domingo, 25 de octubre de 2009

La Obediencia a la Voluntad de Dios.

La Obediencia a la Voluntad de Dios.

La mayor de las exigencias que Dios impone al hombre no consiste en que lleve la cruz, sirva, dé ofrendas o se niegue a sí mismo. La mayor exigencia es que obedezca.

Dios le ordenó a Saúl que atacara a los amalecitas y los destruyera por completo. Pero después de la victoria, Saúl perdonó a Agag, rey de los amalecitas, junto con lo mejor de las ovejas y bueyes y de todo lo bueno. Saúl no quiso destruirlos, argumentó que los habían dejado para sacrificarlos a Dios. Pero Samuel le dijo: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”. Los sacrificios mencionados aquí eran ofrendas de olor grato (no tenían nada que ver con el pecado, pues jamás se llamó ofrenda de olor grato a la ofrenda por el pecado). Las ofrendas de olor grato eran ofrecidas para la aceptación y satisfacción de Dios.

¿ Por qué dijo entonces Samuel que “el obedecer es mejor que los sacrificios? Porque hasta en los sacrificios puede estar el elemento de la obstinación.

Tan sólo la obediencia honra completamente a Dios, pues solamente ella toma a Dios como su centro.

Para que se manifieste la autoridad, debe haber sumisión. Si ha de haber sumisión, es necesario excluir el yo; pero según nuestro yo, la sumisión no es posible. La sumisión solo es posible cuando uno vive en el Espíritu. Esta vida en el Espíritu es la suprema expresión de la voluntad de Dios.

¿Cómo podrá uno someterse a la autoridad si no ora ni tiene el valor para conocer la voluntad de Dios?

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